La Fotografía como Lenguaje de Autoexpresión
Una vez leí La luna y los seis peniques de Somerset Maugham:
“Cada uno de nosotros está solo en el mundo. Está encerrado en una torre de bronce y sólo puede comunicarse con sus compañeros mediante señas.
Y los signos no tienen valor común, de modo que su sentido es vago e incierto. Buscamos lastimosamente transmitir a los demás los tesoros de nuestro corazón, pero ellos no tienen el poder para aceptarlos, y por eso vamos solos, uno al lado del otro pero no juntos, incapaces de conocer a nuestros semejantes y desconocidos para ellos.
Somos como personas que viven en un país cuyo idioma conocen tan poco que, con todo tipo de cosas hermosas y profundas que decir, están condenados a las banalidades del manual de conversación. Su cerebro está lleno de ideas y sólo pueden decirte que el paraguas de la tía del jardinero está en la casa”.
Al leer esto varias veces y abrazar la profundidad de la idea de este gran escritor, pensé que probablemente era una persona feliz. Encontré mi propio lenguaje en el que aprendí a compartir los tesoros de mi corazón con el mundo entero. Este lenguaje mío es la fotografía.