La carrera florece
El período de rápido crecimiento en mi carrera comenzó en 2013-2014, cuando desarrollé mi propio estilo reconocible. Hubo más sesiones fotográficas, su calidad aumentó notablemente y, al mismo tiempo, había hermosas modelos dispuestas a trabajar conmigo, incluso en el género del desnudo.
Fue durante este período cuando me di cuenta de que era importante para mí controlar cada milímetro del encuadre. Mi enfoque estaba lejos de ser espontáneo: en lugar de tomar cientos de fotografías con la esperanza de tener suerte, fui extremadamente meticuloso en mi preparación. Sabía exactamente qué tipo de imágenes quería obtener y tenía el control total del proceso. Mostré a las modelos cómo sentarse, hacia dónde mirar y qué emoción debía reflejar su rostro. Corregí cada pliegue de la ropa y cada mechón de cabello hasta que la toma fue perfecta. Después de eso, tomaba solo una fotografía y pasaba a la siguiente pose o ángulo. Al final, solo obtuve entre 10 y 15 fotografías por sesión, pero todas fueron de alta calidad.
En esa época recibí mis primeras solicitudes de formación y realicé mi primer taller en mi ciudad natal. Recuerdo lo preocupada que estaba, pero todo salió bien. En esa misma época empezaron a llegar pedidos comerciales y la fotografía empezó a ser rentable por primera vez, dejando de ser un hobby puramente costoso.
Poco a poco me di cuenta de que mi futuro estaría relacionado con la fotografía. Lee la consideraba hasta entonces solo uno de sus hobbies, junto con viajar en moto, hacer surf y otros. Mejoré mi equipo, compré una cámara y unos objetivos mejores, lo que me permitió llevar mi trabajo al siguiente nivel.
Pero lo más importante es que desarrollé un ojo para los detalles. Bastaba con mirar un nuevo lugar, una nueva prenda o un nuevo accesorio para crear de inmediato un escenario para una serie de fotografías de género con una historia y una trama. Empecé a utilizar una variedad de lugares para mis sesiones: plantas industriales, granjas, apartamentos antiguos y estudios creativos.
En aquel entonces, todavía no creaba una gran serie de imágenes. A menudo, iba a una sesión fotográfica para tomar una sola foto. Las modelos aceptaban trabajar conmigo en base a un contrato de trabajo, lo cual convenía a ambas partes.
La fotografía se convirtió en una parte cada vez más importante de mi vida, se convirtió en una parte integral de ella. Y me encantaba.
Lo que no sabía en ese momento es que me esperaban clases magistrales por todo el mundo, exposiciones, ventas de mis propios libros y calendarios, colaboraciones con grandes marcas y, por supuesto, la creación de la aplicación NYMF.