Fotografía de Retrato
A lo largo de mi actividad artística, he realizado frecuentemente retratos. En un principio, este tipo de fotografía puede parecer bastante sencilla: sólo hay que colocar a una persona delante del objetivo, elegir una pose, ajustar la luz, enfocar una cámara y realizar una fotografía.
Sin embargo, la fotografía de retratos no es tan sencilla como parece a primera vista. Es importante no sólo reproducir la apariencia de la persona, sino también reflejar su mundo interior, expresar su naturaleza a través de una pose peculiar, tal o cual expresión facial o estado de ánimo. En este caso, descubrimos una serie de habilidades inesperadas que debería poseer un fotógrafo. Debe ser psicólogo, tener buen sentido del humor y ser capaz de crear la atmósfera y el estado de ánimo del modelo.
Mi experiencia muestra que ver la lente de una cámara a menudo hace que los modelos se sientan restringidos y antinaturales. Por eso, mi tarea prioritaria como fotógrafo es aliviar el estrés psicológico para que la modelo no responda a la cámara con la cara quieta y una sonrisa forzada. Es fundamental que la modelo se sienta cómoda al lado del fotógrafo y de la cámara y que no tenga miedo de revelar sus emociones. Tiene que ser ella misma, ya que esto permitirá resaltar hábilmente la belleza de su alma. Por supuesto, estas habilidades se obtienen con la práctica y le llevará algún tiempo establecer confianza y comprensión mutua con el modelo.
La fotografía de retrato es capaz de revelar el secreto de un momento determinado o, viceversa, dejar un enigma. El espectador no conoce a la persona de la foto, está apartado del proceso de filmación, sólo ve el resultado. Si el resultado es capaz de atrapar al espectador, significa que el retrato tiene algo que queda en la memoria, lo cual aprecio mucho.